Venta de Vargas

Como estampa de bronce en arrogancia
de gitanos los desplantes baila al son.
Entre palmas, bordones de guitarras,
todo el ritmo de su arte es la pasión.

En el fulgor de su mirar
hay el sentir de algún penar.
Vibra el bordón en el tablao,
baile cañí y zapateao.

Venta de Vargas y de recelos,
el fandanguillo llora un penar.
Chocar de chatos de manzanilla
y una gitana sale a bailar.
Claveles rojos, carne morena,
hembras que sienten con ilusión
y altivas llevan la madroñera
con la arrogancia de su región.

Venta de Vargas y de recelos,
El fandanguillo llora un penar.

***

Bajo el manto de estrellas que los vela
la belleza morisca de Albaicín.
Una copla rasgando aquel silencio
es recuerdo en el alma de un cañí.

Dice el cantar honda pasión
del que perdió una ilusión.
O un nuevo amor que al florecer
pone al besar una mujer.

Venta de Vargas y de recelos,
el fandanguillo llora un penar.
Chocar de chatos de manzanilla
y una gitana sale a bailar.
Claveles rojos, carne morena,
hembras que sienten con ilusión
y altivas llevan la madroñera
con la arrogancia de su región.

Venta de Vargas, guitarras suenan,
El fandanguillo llora un penar.


Bellísima canción que los maestros Quiroga, León y Velarde compusieron en el año 1940 y que aquí canta la reina de la copla, Concha Piquer, en una película del mismo título, Venta de Vargas, que se filmó en 1959, a lo que parece con el solo fin de presentarla, como era costumbre en el cine ―bendito cine― de aquella época.

En su argumento se mezcla la épica de la lucha del pueblo español ―andaluz― frente al invasor francés, en el que Lola Flores interpreta el papel de una bailaora que conspira contra aquél, con el inevitable motivo amoroso que tan bella y desgarradoramente se apunta en la canción.

El argumento se debe, entre otros, a Agustín de Foxá.

Esta canción la descubrí hace muchísimos años en una edición de cassete dedicada a Conchita Piquer con un sonido muy malo y, a pesar de los avances técnicos que han aparecido desde entonces, no he encontrado ni en Internet ni en ningún sitio ninguna versión distinta a aquélla.

La que aquí presento hoy la remastericé hace tres años, espero que con alguna dignidad, para tan preciosa pieza.

***

Venta de Vargas, pasodoble, canción. Ficha bne.es.
Venta de Vargas
. Ficha FilmAffinity.

Epigramas

Mis poemas

Epigramas

A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante.

Tomás de Iriarte

El Bonsai

Yo tengo un arbolillo en una artesa;
maravillaráste, Andrés,
pues no te admire:
es invención japonesa.

***

La Máscara del Payaso

Frente a un espejo picado,
los colores de la cara
se despintaba un payaso
en una humilde carreta
y, al tiempo que los quitaba,
para entre sí se decía:
borrando vamos la cara
y alumbrando la careta.

***

Heridas

¿Que os hiero, señora, a vos?
Pues heridme vos a mí
y luego, entrambos los dos,
las heridas nos curemos,
de cosa tan baladí.

***

La Nube y la Montaña

A una alta serranía
una nube se acercaba
y, llegando, le decía:
quita de ahí, que voy volada.

***

Las vueltas que da el Mundo

En la torre de una iglesia,
el gallo de la veleta
vueltas y más vueltas daba
y, conforme las giraba
sin detenerse un segundo,
para su adentro pensaba:
Señor, ¡qué vueltas da el mundo!

***

Jlc

Las hojas de cierto escrito
una cabra las comía,
y era para lo mejor
que el tal escrito servía.

***

La maldición de la Reina de Egipto

La mojama de una reina,
esposa de un faraón,
fulminó una maldición
a un majadero que dijo,
por el carbono catorce,
ser del mil quinientos doce
de antes de la sanación.

E hizo muy bien en hacer
lo que hizo esta señora,
que es de horra educación
el decir de una mujer
los abriles atesora.

***

¿Qué piensa uno cuando se le viene a la cabeza un epigrama? Pues, ni lo sé. De los que preceden sí puedo decir que recuerdo que JLC lo escribí pensando en Juan Luis Cebrián cuando siendo joven, inexperto y desconocedor de que la Poesía hacía ya mucho tiempo que había desaparecido de la faz de la tierra, en una de mis frecuentes visitas a La Casa del Libro que Espasa-Calpe tenía ―hace mucho tiempo que desapreció― en Valencia, en la avenida de José Antonio, justo enfrente de la cafetería Goya, fui a dar con un pequeño volumen de apariencia muy coqueta y de reciente edición de un libro suyo de poesía al que, por lo visto, le acababan de dar un premio nacional importante. Abrirlo, hojearlo, leerlo por encima y volver a dejarlo en el estante con una absoluta desolación fue todo uno. Ya digo que eran tiempos en los que yo no sabía que la poesía en literatura es cosa del pasado y tampoco conocía lo canalla que es este tío. De haberlo sabido, quizá, en vez de habérseme ocurrido el epigrama, me habría quedado conforme con lo del nulla ethica sine aesthetica sin meterme en mayores berenjenales.

El de la reina de Egipto, sin duda me lo inspiró el desprecio declarado al cientificismo que tengo desde que soy consciente de su existencia. El de las heridas ―que casi no calificaría de epigrama por lo horro que está de esa calidad de punzante que Iriarte pide para el epigrama― se inspira, también sin duda, en la preocupación erótica que acarrea la juventud.

Del resto no recuerdo cuál fue su inspiración. Seguramente ninguna más allá de lo que piensa uno cuando ―libre la mente de preocupaciones graves― sencillamente no piensa nada distinto de las musarañas.

A diferencia de otros poemas que llevo aquí publicados y que lo habían sido anteriormente en la revista Milenio del Círculo de Amigos de la Poesía de Valencia, creo que éstos son todos inéditos.

Volver a Mis Poemas.
© de los epigramas, Carlos Muñoz-Caravaca Ortega

Golpe de Estado

Bueno, pues ya tenemos aquí el Golpe de Estado socialista-comunista.

Hasta hace unos años, jamás imaginé que iba a vivir uno en mis días pero, desde hace un tiempo, ya nada me sorprende y, menos, que la coalición de gobierno socialista-comunista dé un Golpe de Estado.

No es que se haya producido un hecho concreto que cambie de la noche a la mañana nuestro ordenamiento jurídico-político a la manera del Pronunciamiento de Sagunto, pero desde anteayer ha quedado meridianamente claro que estamos  metidos de hoz y coz en el proceso que comenzó hace años con el Pacto del Tinell ―pacto de la izquierda con los separatistas para dejar de convidada de piedra a media España― y con lo que se vino a llamar rendición de la ETA sin nada a cambio que, en realidad, comenzó siendo pórtico de su alianza con los socialistas y ha terminado con el triunfo de su tesis.

***

Antecedente anecdótico pero significativo de este proceso fue el recuerdo que el nefasto Zapatero, con quien empezó esta historia, tuvo para su abuelo muerto en la Guerra Civil cuando recibió a Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, diputado del Partido Popular asesinado por la banda criminal.

Todo esto se venía venir desde hace mucho tiempo. Hace diez años, en “Don Mariano flojea de remos”, escribí:

Así pues, mientras Zapatero brindaba este pasado mes de agosto a la Revolución desde los medios; mientras, desde el palco, Leire Pajín, por supuesto, sin mantilla, abanicaba sus grasientas y afeitadas carnes; mientras los señores Rubalcaba y Conde-Pumpido fumaban sendos puros flanqueando a ambos lados (valga la redundancia) a la ministra de sanidad, señora Jiménez, y mientras Pepiño Blanco se metía el dedo en la nariz reflexionando sobre vaya usted a saber qué conceto, don Mariano no ha tenido, en este ínterin, mejor ocurrencia que la de caerse desde la posición de quieto parao y de quedar clavado en la arena del redondel por las partes que antes dije, sin capacidad de levantarse, sino, antes bien, clavando obcecadamente dichas partes en la arena. Hasta el punto que el peón de brega de Zapatero, señor Cayo Lara, viendo la nulidad y el ningún peligro del morlaco, se ha podido permitir el lujo de abandonar por unos minutos su vigilancia y departir, campechanamente, con el presidente de la corrida acerca de los planes que tiene para instaurar próximamente la III República, planes que, dicho sea de paso, no nos ha comunicado a los demás.

Los signos, pues,  de que el PSOE estaba intentando instaurar un cambio de régimen han sido infinitos desde los tiempos de principios de la legislatura Zapatero, año 2004. Son tantos que se hace difícil recordarlos todos, pero que en un in crescendo progresivo ―contemplado por la derecha en silencio―, se han exacerbado en lo que llevamos de legislatura SánchezIglesias y, antes de ayer, jalonaron un hito cual es el cambio del método de designación de los miembros del CGPJ ―pieza imprescindible para el cambio de régimen―, que ahora necesita de las tres quintas partes del Congreso y que, si  cuaja la ley, se podrá hacer por mayoría simple, es decir, con los votos de socialistas, comunistas, separatistas y el de don Tomás Guitarte que es el tío de Teruel Existe, el que se escribe a sí mismo su biografía en la Wikipedia y borra de ella todo lo que no le gusta por muy verdad que sea, por ejemplo, que votó la candidatura de Sánchez en aquella sesión.

El asunto es tan grave que ha trascendido nuestras fronteras y ha hecho que, por fin, las principales cabeceras hablen ya sin tapujos de “Golpe” o de “Golpe de Estado”.

Muchos venimos haciéndolo desde hace tiempo. Con mayor o menor convicción respecto al epíteto, dudando de si pecaríamos de exagerados o de hiperbólicos, pero seguros de la realidad del proceso golpista en sí, que puede resumirse en la evidencia de que la izquierda, desde el 2004, ha roto con el pacto de la Transición y ha decidido que media España, por franquista, tiene derecho a que le perdonen la vida pero no a la participación política.

El proceso, además, incluye volver a comenzar la Historia donde la dejaron en 1936 como si los casi cien años transcurridos desde entonces no hubiesen transcurrido y como si acabasen de ganar las elecciones de febrero de aquel año o, como diría don Fernando VII:

Mi real ánimo es no solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución, ni a decreto alguno de las Cortes…, sino el de declarar sin efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo,

Como digo, muchos venimos notando el proceso y su semejanza con la revolución socialista-comunista de la II República desde hace muchos años aunque no pensáramos que, de verdad, iba a cuajar con la virulencia y el descaro con los que está cuajando. Yo, personalmente, aun siendo muy pesimista al respecto, me di cuenta cabal de lo que se nos venía encima tan sólo en las vísperas de Reyes de este año viendo el debate parlamentario de investidura de Sánchez. Quedé espantado tanto de la meridiana claridad con la que se anunciaba este Golpe de Estado como de la virulencia ―odio, rencor e intransigencia― de las intervenciones de los partidos de izquierda.

Tan espantado que quise dejar memoria de ello resumiendo las muchas horas del debate en un resumen de pocos minutos al que titulé “Las bestias socialistas y comunistas se quitan la careta: Gobierno de Frente Popular” que presento y quiero desgranar aquí:

***

Comienza Sánchez presentando como objetivo de su gobierno lo que para él era ya entonces obvio:

devolver la intolerancia y el fanatismo a la irrelevancia

sin que explicar a qué intolerancia ni a qué fanatismo se refería aunque podemos intuir que entendía por tales todo pensamiento que no se ajuste al socialista, comunista, separatista y neomarxista.

Benevolente nos anunciaba que:

desde el Gobierno no pediremos a nadie que renuncie a sus principios; sólo les vamos a pedir que renuncien a su sectarismo […] El único sentido de un cordón sanitario es, precisamente, ese: evitar el acceso de las ideas extremistas a posiciones de poder desde las que puedan dañar la convivencia. Por eso, cualquier cordón sanitario que se establezca, no se va a dirigir a las personas; se dirigirá a las ideas,

terrible párrafo que a mí me puso los pelos de punta pero que, tal vez por ser vísperas de Reyes y andar el personal con las cabalgatas, no vi que nadie le prestara mayor atención.

Tras un paréntesis de florituras neomarxistas con la matraca de los animales, las autoras, las artistas y las creadoras invisivilizadas y de arremetida contra la Dictadura del general Franco mediante la declaración del 31 de octubre como Día de las víctimas del franquismo, anunció otra medida que, de nuevo, me puso los pelos de punta:

Dentro, siempre, del respeto escrupuloso a la libertad de expresión e información, vamos a impulsar una estrategia nacional de lucha contra la desinformación,

porque el que sea el Gobierno el que diga lo que es verdad y lo que no es para poner los pelos de punta al más flemático. Sin embargo, también esta amenaza evidente, pasó bastante inadvertida para la gente entretenida con Melchor, Gaspar y Baltasar.

***

Para Iglesias, en aquel debate, la nueva legislatura no iba de mejorar el nivel de vida de los españoles ni de hacer una buena gestión, no:

Porque de esto va la nueva legislatura: de reparar sus traiciones a la Patria,

y, curándose en salud ante la previsible resistencia que iba a causar el Golpe de Estado que estaba describiendo a la cámara, nos dijo:

El nuevo gobierno tendrá muchos enemigos

entre los que mencionó a los poderes económicos y financieros y a sus brazos mediáticos ―supongo que aquí estaría pensando, de manera especial, en Inda

y puede que también haya algunos togados que pongan por delante su ideología reaccionaria respecto al derecho,

que, si no es un anuncio de claridad prístina de lo que pretendían hacer con el CGPJ y que, efectivamente, a ello van, que venga Dios y que lo vea. Notemos que esto lo dijo en enero. Dos meses antes de que el bicho ―me refiero al virus― viniera a habitar entre nosotros.

***

Tras las intervenciones de los dos primeros espadas del Golpe de Estado vino el batiburrillo del resto de marxistas y separatistas que, vuelvo a decir, estremece y pone los pelos de punta por su virulencia y por el odio indisimulado que presenta. Y porque uno, aunque viese venir muy mal las cosas, jamás pensó encontrarse de sopetón con un discurso que más parecía de 1936 que de 2020.

Se puede ver en el video. Mencionaré aquí, sólo, al gilipollas de Balldoví ―de apariencia simpática, si ustedes quieren― pero tan atroz como el resto de sus colegas. En vez de decir lo que antes era habitual en estos discursos de inicio de legislatura: el “gobernaremos para todos”, sacó a relucir el napalm a cuento de

los saboteadores que representan a esa España cerrada, monolítica, antigua, excluyente y egoísta,

para quienes, el muy gilipollas, presentó:

un remedio para que templen sus nervios; un remedio castizo, tradicional, español, muy español: una humilde bolsita de tila que, tomada en cantidades moderadas, hace verdaderos milagros.

¿Para qué seguir? Esa era la oferta del entonces futuro gobierno socialista-comunista para la media España que iban a gobernar con el apoyo separatista: una bolsa de tila para que lleváramos con tranquilidad lo que nos preparaban. Tanta gracia le hizo a Balldoví su propio chiste que lo repitió dos o tres veces en sus siguientes intervenciones. A quienes veíamos la clara intención excluyente y gerracivilista del chiste, maldita la gracia que nos hizo.

¿Para qué, repito, seguir? El ceporro de Rufián habló de ponernos el cascabel a esta gente asilvestrada; la de Bildu, Aizpurúa, dejó bien clarito que no basta una apariencia de Frente Popular sino que serán los hechos los que definan la legislatura para evitar que la derecha nos lleve atrás cuarenta años; le copió el chiste de la tila a Balldoví y no se le cayó de la boca la palabra democracia y habló de la necesidad de grandes dosis de pedagogía antifascista; la de la CUP habló de cómo la ultra y la ultra-ultra derecha se dedican a torpedinar el Congreso de los Diputados y dijo que su proyecto no es posible sin cuestionar los aparatos del Estado español, volvió a señalar entre ellos a los Tribunales que mantienen la herencia de tiempos pasados, la Coll, de ERC, dijo que le importa un comino la gobernabilidad de España

Nada de lo que hablaron allí esas bestias se refería ni a la gobernabilidad ni al bienestar de España ni de los españoles. Todo era del tenor que antecede.

***

Poco después vino lo del coronavirus y todo esto, que con tanta claridad se dijo en el Congreso, ha quedado en el olvido para la mayoría de la gente y parecería que lo del CGPJ de anteayer es un hecho nacido del acaso. Nada más lejos de la realidad, lo que sucedió anteayer fue anunciado por estos animales en enero con una claridad meridiana y con una agresividad y una violencia verbal que nunca se habían escuchado en los últimos cuarenta años.

Insisto, pues, en que el Golpe de Estado se anunció en enero y de manera  institucional, en el Congreso de los Diputados.

***

Las reacciones han sido infinitas y, como digo, cada vez más contundentes y más convencidas de lo que hasta hace muy poco no se atrevían a definir explícitamente como Golpe de Estado. Destacaré aquí únicamente la de Agapito Maestre en Libertad Digital:

El prejuicio sobre que España “va hacia una dictadura”, sin duda alguna, será a medida que pase el tiempo cada vez más difícil de derribar y combatir, porque es, sencillamente, la coraza de millones de personas para protegerse, o sea para eludir a cualquier precio una realidad aún más humillante y dolorosa: España vive en una dictadura. Peculiar dictadura, sin duda alguna, pero es dictadura. La prensa libre, que no hay mucha, viene advirtiendo hace tiempo sobre los signos autoritarios del Gobierno Sánchez-Iglesias, pero ahora es menester dar otro paso y contar lo real. Levantar acta cada día de la derrota de la democracia en España es combatir el prejuicio de los europeos sobre nuestro destino. Es necesario decir una sencilla verdad: vivimos en una dictadura. Es menester desengañar a quienes mantienen el prejuicio de que vamos hacia una dictadura.

Y es que tiene razón Agapito Mestre: la gente no quiere darse cuenta de que, efectivamente, estamos bajo las botas de una dictadura neomarxista. No hace tanto tiempo, hace nueve años, cuando al artífice de este proceso, Zapatero, le dieron pasaporte en su propio partido, la por otra parte mucha veces sensata Ana Oramas, le dedicó, en ese mismo Parlamento y desde la misma tribuna, un panegírico que daba vergüenza ajena escucharla. Empalagoso, bochornoso y sonrojante:

Puede mirar a los ojos de los españoles; puede mirar a los ojos de su padre a quien vimos ayer muy orgulloso de usted y de sus hijas […] y yo tengo una hija de dieciséis años y usted también […] usted y yo nos perdimos muchas cosas de la vida de nuestros hijos, pero la vida que le viene ahora… viene un montón de momentos; agárrelos fuertemente y los va a disfrutar y se lo merece; se lo merece a nivel humano y a nivel personal y le digo una cosa: no es infalible, pero usted puede mirar a los ojos a todos los españoles porque ha trabajado por este país… y también a los canarios. Muchas gracias.

Mientras la Oramas, sin sonrojo alguno, decía tanta sandez, Zapatero la escuchaba con los ojos como platos desde el banco del Gobierno y se derretía, por no decir que se le hacía el culo caldo.

De este incidente hablé en “A mí que ni me mire”.

Con respecto a esos momentos que anunciaba la Oramas diciendo que Zapatero los tenía que disfrutar y que se los merecía, sabemos hoy que muchos de ellos han sido dedicados a defender a la tiranía bolivariana, recientemente condenada por las Naciones Unidas como autora de crímenes contra la Humanidad y también, muy seguramente, a forrarse a costa de los venezolanos hasta el punto de que es posible que sí, que tenga razón la Oramas y a Zapatero, en un futuro, no le quede más remedio que dedicarse a mirar sólo a los ojos de los españoles porque le puede caer una orden de búsqueda y captura internacional promovida por los Estados Unidos y no va a poder salir allende las fronteras patrias a mirar a nadie so pena de acabar con un uniforme naranja.

Traigo a cuento a la Oramas por el hecho de que si una señora, como digo, sensata en muchas ocasiones, no se daba cuenta ni de la mezquindad ni de la maldad de  Zapatero ni de sus intenciones hace once años y que tan sólo hace unos meses responsabilizaba por igual a izquierdas y derechas del desastre que vivimos ―escribí acerca de ello en “Las dos Españas de Oramas”―, ¿cómo se va a dar cuenta el común de las gentes? ¿cómo nos podemos asombrar de que el PSOE, a día de hoy, siga a la cabeza en las encuestas de intención de voto?

***

Apelan Agapito Maestre y otros a Europa y, sí, es posible que “Europa” pueda frenar una maniobra tan grosera como la que pretende el gobierno español con el CGPJ, pero, ¿qué Europa?

Por la Europa occidental circula una dictadura neomarxista similar a la que denuncia Maestre en España. Menos obscena en las formas y menos preocupada por la revolución marxista del siglo XX pero tan totalitaria en lo que respecta a la imposición del pensamiento único gramsciano como la española.

Frente a ella está la Europa oriental a la que esta occidental viene acosando, acusándola de populista y de hacer, en mucha menor medida, lo que, precisamente anda intentando hacer el marxismo español: la ocupación del Poder Judicial.

Bien. Quizá Guerra tuviera razón cuando dijo lo de que Montesquieu ha muerto. Quizá la separación de poderes quede muy bien en la teoría pero en la práctica de un mundo en el que luchan el globalismo neomarxista contra la forma de ser adaptada al ser humano y conseguida tras tantos siglos de civilización en los estados-nación, el dejar al arbitrio de sólo los jueces semejante dilema sea un riesgo ―de hecho, con muy pocas excepciones, así lo hemos visto, sentencia tras sentencia en España en estos últimos años― que no se puede dejar al albur y, en definitiva, sean las mayorías, representadas, no nos engañemos, por los ejecutivos, las que diriman el asunto.

Europa occidental está perdida para la causa. España, una vez más avanzadilla del porvenir neomarxista, más perdida todavía. Sólo nos queda la esperanza firme de Rusia y de Europa oriental y la dudosa de la victoria de Trump en los EEUU.

Al fin y al cabo, los jueces, por muy sectarios que sean ―y no miro a Garzón ni a Marlasca― lo único que hacen es aplicar las leyes que elaboran las mayorías legislativas. Y las mayorías legislativas derivan de las mayorías electorales. Tales leyes pueden ser contrarias o no al orden natural. Cuando lo son, es legítimo alzarse contra ellas por muy mayoritario que sea su respaldo.

Y más legítimo es, por tanto, que los gobernantes de esos aún estados-nación tradicionales, velen por que lo sigan siendo viendo el riesgo que se corre cuando se cae en el error de considerar al marxismo una ideología legítima y merecedora de participar en la vida pública. Todo ello sin contar con que ni húngaros ni polacos han osado ir tan lejos como aquí Sánchez e Iglesias pretenden hacerlo.

Así pues, y siguiendo a Maestre, quizá Europa, la Europa occidental, pueda forzar a estas bestias a que den marcha atrás en el asalto que planean al CGPJ, pero esa Europa no va a hacer nada por lo que respecta a la dictadura que él tan atinadamente presenta como actual, vigente y rozagante aunque la gente no se entere, porque esa Europa vive en una dictadura como la que aquí padecemos aunque menos estridente y decimonónica.  A esa Europa le podrán escandalizar las formas, el quebranto de la sacrosanta división de poderes y algún melindre hará, sin duda, al respecto.

Pero no mucho más. En el fondo, son lo mismo. Toda la Europa occidental es neomarxista. Los españoles, sí, más bestias, además de neo somos marxistas a secas y quizá, en eso, algún reparo nos pongan. Pero los verdaderos enemigos de Europa occidental son Rusia y los de Visegrado: Polonia, Hungría Eslovaquia y la República Checa ―lo que El Mundo y el ABC llaman países populistas― que son los que de verdad han puesto el grito en el cielo por la maniobra Iglesias-Sánchez y en quienes hemos de cifrar la única esperanza de que quede algún resto de la antigua civilización cristiana en el mundo.


No en vano, ellos, que lo sufrieron, saben de verdad lo que es el marxismo, no nuestra gente, y no debemos olvidar que, en gran parte gracias a Polonia y a su eurodiputado, señor Gyertich, quien sostuvo en el Parlamento Europeo que

gracias a la Iglesia, al Ejército y a Franco, el ataque comunista contra la España católica se pudo superar,

Borrell no se salió con la suya y dicho Parlamento se negó a hacer una condena del régimen franquista en 2006.

***

Pero, en fin, esto es divagar acerca de un asunto de muy difícil solución. De hecho, la solución sólo puede estar en la derrota total de uno de los dos bandos: o el de ellos o el nuestro y esto sólo se podrá producir a largo plazo.

Por el momento, si se consigue detener el asalto al CGPJ podemos darnos con un canto en los dientes.

***

Vínculos:

Asalto del Ejecutivo al Poder Judicial: la democracia, en peligro. Editorial de Libertad Digital.
¿Qué va a hacer la UE ante el golpe contra la separación de poderes que traman PSOE y Podemos? Editorial de  Libertad Digital.
Dictadura española y prejuicio europeo. Agapito Mestre. Libertad Digital.
El ‘Frankfurter Allgemeine’, asustado con Sánchez: “España ha perdido el control”. Libertad Digital.
”SOS Europa”: sólo la UE nos puede salvar de la dictadura socialcomunista. Revista de prensa de Libertad Digital.
Don Mariano flojea de remos. Conceptos Esparcidos.
Las dos Españas de Oramas.
Conceptos Esparcidos.
Sesión íntegra, 1: intervención del candidato. RTVE.
Sesión íntegra, 2: intervención de los grupos parlamentarios. RTVE.
Sesión íntegra, 3: intervención de los grupos parlamentarios. RTVE.
Sesión íntegra, 4: intervención de los grupos parlamentarios. RTVE.
Sesión íntegra, 5: intervención de los grupos parlamentarios. RTVE.
Sesión íntegra, 6: intervención de los grupos parlamentarios. RTVE.
Sesión íntegra, 7: intervención de los grupos parlamentarios. RTVE.
Sesión íntegra, 8: intervención de los grupos parlamentarios. RTVE.

Sebastianismo a la española

Llamamos sebastianismo a la chaladura que se les metió en la cabeza a los portugueses cuando se obstinaron en creer que su rey, don Sebastián I, no había muerto en la batalla de Alcazarquivir sino que andaba por Dios sabe dónde y que algún día retornaría al trono portugués para liberar a sus súbditos de las muchas calamidades que padecían, entre ellas, la de la unión de Portugal a la corona de Castilla, precisamente por la vacante que su muerte había dejado.

Es posible que fuera esta chaladura la que inspiró en Luis Hurtado de Toledo aquello de:

¡Provincia tan desdichada,
Lusitania, en la verdad,
que siempre fuiste notada
de criar gente tocada
de locura y necedad!

Digo esto a cuento del rumor que corre por las redes sociales de que don Juan Carlos I va a volver del exilio al que se marchó este verano y se va a cargar al gobierno socialista-comunista que padecemos revelando no sé qué secretos que guarda.

Tal rumor anda extendido, sobre todo, entre las generaciones jóvenes: la gravísima situación por la que atraviesa España parece que ha hecho, por fin, que estas generaciones empiecen a interesarse por la política y, no sólo eso sino que, además, empiezan a dudar del dogma de la bondad innata de la izquierda en el que vivieron sus padres durante los años de la Transición y en el que las educaron.

Empiezan a dudar del sistema y, aunque sin expresarlo con claridad y con muchas dudas ―cincuenta años de adoctrinamiento democrático, progre y pijoprogre pesan mucho y, al fin y al cabo, un facha es un facha―, empiezan a hacer vista a la derecha y a sentir cierto repelús por el socialismo. A ello me referí, de refilón, en la entrada anterior: Iñaqui Gabilondo y la Batalla de Madrid.

No nos puede extrañar: son generaciones con un futuro muy negro y a las que, además, les hemos dejado una deuda de una barbaridad de dinero que van a tener que pagar ellos porque nosotros, ya se sabe, hemos vivido en la creencia de que, teniendo derecho a ser felices, nos hemos gastado lo que no está en los escritos.

Como, además de la deuda y el futuro del color que digo, les hemos dejado, mayormente, una ignorancia supina, andan ayunos de cualquier lectura que no se remonte a las últimas ofertas de los escaparates de El Corte Inglés y son más de Juego de Tronos que de El Quijote, intuyen el problema en el que andamos metidos pero no acaban de dar ni con el diagnóstico ni con la solución (tampoco yo, dicho sea de paso, en lo que respecta a la solución), de ahí que, en las redes sociales, que es donde suelen ellos moverse y hablar de estas cosas, leamos y oigamos las teorías más peregrinas y aún contradictorias acerca de ese retorno de don Juan Carlos.

Y digo contradictorias por lo que de contradictorio entraña el que cifren en un Borbón esa esperanza mesiánica cuando, en su mayor parte, manifiestan, al mismo tiempo un resquemor impreciso hacia los Borbones. Este resquemor es muy antiguo. De hecho, los separatistas catalanes lo tienen desde 1715, pero no son sólo los separatistas catalanes: flota en el ambiente y es manifiesto en toda la izquierda española.

Ya cuando fui a hacer el examen para entrar en las milicias universitarias ―la IMEC―, me di cuenta de ello: una de las preguntas que nos hicieron fue: ¿Qué figura histórica prefieres, Carlos I o Felipe II?

Al salir del examen, en los corrillos que se forman para comentarlo, acudió al que yo estaba un compañero a quien llamábamos el Pequeño Stalin porque era muy bajito y preguntó con inquietud:

¿Cuál de ellos es el Borbón?

como temiendo haberse “equivocado”.

En realidad, lo que la gente entiende por los Borbones es la dinastía isabelina de los mismos que, efectivamente, tiene poco de qué vanagloriarse y mucho de qué arrepentirse en lo que respecta a su complacencia con la revolución.

Es, en efecto, la dinastía usurpadora, pero la gente ignora que, frente a ella, se conserva la carlista como acervo de nuestras mejores tradiciones, guardián del concepto de poder sometido a la Ley de Dios ―que es el único aceptable―, y ejemplo de sacrificio por la Patria. En este sentido, quizás alguien estuviera tentado de tildarnos de sebastianistas también a los carlistas pero no hay comparación de una cosa con la otra. El carlismo no defiende a una persona ni a una dinastía ―aunque se personifique en ella―, sino a una manera de entender el ejercicio del poder y la constitución de España. Para un carlista, el problema no es que esté en el trono una dinastía u otra sino cómo se ejerce ese poder y sabiendo que el fondo del problema es que la nación española está enferma, aquejada de la falsa filosofía decimonónica. El mismo don Carlos VII nos lo dejó bien explicado

Si España es sanable, a ella volveré aunque haya muerto.

Y añadió:

Y aun así, si apuradas todas las amarguras, la dinastía legítima que os ha servido de faro providencial estuviera llamada a extinguirse, la dinastía vuestra, la dinastía de mis admirables carlistas, los españoles por excelencia, no se extinguirá jamás. Vosotros podéis salvar a la Patria, como la salvasteis con el Rey a la cabeza, de las hordas mahometanas y, huérfanos de monarca, de las huestes napoleónicas. Antepasados de los voluntarios de Alpens y de Lácar eran los que vencieron en las Navas y en Bailén.

Como diciéndonos que es, al fin, la nación la que ha de curarse; la que ha de darse cuenta del infame error en el que lleva viviendo desde hace doscientos años.

Es chusco que se cifre la esperanza de librarnos del gobierno marxista en dinastía tan denostada por quienes tal esperanza andan manifestando estos días, pero es más chusco comprobar cómo no se dan cuenta de que un problema que llevamos arrastrando desde hace doscientos años no se puede solucionar de una manera tan simple. Este sebastianismo a la española me recuerda al de los portugueses y a la jota de El último romántico:

Dicen que ha entrado don Carlos,
dicen que ha entrado don Carlos,
por la frontera de Francia,
a caballo y de uniforme
¡anda y di que me lo traigan!

No obstante, sí aciertan quienes piensan así al entrever que algo debería hacer la Corona frente al golpe de Estado bolivariano de Sánchez e Iglesias.

A este respecto, repito aquí lo que dije hace años en Los reyes merovingios comentando la anécdota que tuvo el rey don Juan Carlos con el animal de Chávez cuando le dijo aquello de «¿por qué no te callas?»:

La autoridad moral que representa la Corona de España, no sólo para los españoles sino para toda Hispanoamérica, exigía de él un gesto semejante.

Es cierto que la posición en que la Constitución española deja al Rey no permite a éste descender al debate político ni a tomar partido. Un Rey, en efecto, no debe preferir a ninguna de las banderías que luchan en cada momento por el poder.

Pero cuando, esa lucha por el poder se degrada, como se está degradando en España y de cuya degradación Chávez ha hablado por boca de ganso en la anécdota que comento, el Rey debe de pegar un puñetazo en la mesa y eso es lo que ha hecho hoy don Juan Carlos.

Es labor difícil, lo sé. Pero para eso es Rey. No para estar de adorno, sino para bregar con estas dificultades y ponernos firmes a todos cuando sea necesario.

Reyes de adorno fueron los reyes merovingios que, al final de su dinastía, sólo servían para salir en procesión y… debemos de comprender claramente que no queremos reyes merovingios.

Queremos reyes prudentes y, a veces, la prudencia no es sonreír y callar sino hacer un gesto como el que hoy ha hecho nuestro Rey.

No anda, pues, tan errada la juventud. Dudo mucho que don Juan Carlos vaya a hacer ningún gesto en ningún sentido, pero el rey don Felipe quizá sí debería darse cuenta de que no está de adorno y de que algo debe decir a su mayordomo de Palacio si desea evitarle a España un Pipino socialista.

Por ejemplo, que no va a firmar ningún indulto a ningún golpista ni ninguna Ley de Memoria Democrática.

Y si, además, dejándonos llevar por este sentimiento mesiánico, no fuera mucho pedir que Dios quisiera que el señor Trump gane las elecciones presidenciales del mes que viene y dicte orden de busca y captura internacional contra Zapatero, El Coletas y Ábalos, miel sobre hojuelas.

Al fin y al cabo, cosas más raras se han visto.

Iñaki Gabilondo y la batalla de Madrid

A mí, Iñaqui Gabilondo, siempre me ha parecido un cerdo. Un cerdo progre.

Dice:

El Gobierno de la Comunidad de Madrid es una jaula de grillos… Es tan catastrófico lo que sucede en este gobierno que él mismo debería comprender que no vale para esto, retirarse a un convento a cubrirse de saco y de ceniza; a olvidarse y olvidarnos… Tengo curiosidad por saber si los voceros ultra de la izquierda y del tripartito de Colón si califica también de arrestos domiciliarios a los confinamientos si los ordena el gobierno de la Comunidad de Madrid…

y añade el tío:

De lo que no tengo ninguna duda es que la oposición al gobierno de Ayuso no organizará ningún tipo de algarada de ese tipo para protestar por los confinamientos.

Notemos que esto lo dice el sectario que enardeció desde la SER a la ciudadanía contra el PP mintiéndole sobre 11-M con lo de las tres capas de calzoncillos y el mismo que le dijo a Zapatero aquello de:

Os conviene muchísimo que haya tensión.

Es Iñaqui del tipo de Inmanol Arias y la Duato, de la serie “Cuéntame cómo pasó” en la que se narran los ya muchos años de la Transición como no pasaron, que es lo que suelen hacer los progres: imaginarse la historia; del tipo de Ana Belén y Víctor Manuel, Antonio Miguel Carmona, Manuela Carmena y de tantos otros que ahora no se me vienen a la memoria.

Pertenecen a este tipo de progres melifluos, empalagosos, de apariencia amable que durante tantos años se han empeñado en convencernos ―y lo han conseguido― de que cualquier tiempo pasado fue peor y de que la democracia que nació en el 78 es el mejor de los mundos posibles.

Hay otro tipo de progres ―más que progres, rojos francos y descarados― como el Cojo Manteca, Jesús Cíntora, o las bestias de Monedero, Iglesias o García Ferreras entre otros muchos que tampoco se me vienen ahora a la miente. Con la excepción de personajes como Manteca, este tipo, disimulado en los primeros años, está floreciendo en los más recientes y les vemos aparecer hasta de debajo de las piedras.

Un tercer tipo, de apariencia más proba y circunspecta, profesoral diría, lo representarían figuras tales como el alcalde socialista Tierno Galván ―la víbora con gafas de Alfonso Guerra, al que hay que reconocer, sin embargo, alguna obra buena como la eliminación del escalécric de Atocha o la repoblación del Manzanares con patos―, Julio Anguita y otros entre los que cabe mencionar muy especialmente en esta entrada al hermano de Iñaqui, Ángel Gabilondo. Seguramente, estos son los peores y los más peligrosos.

Una mezcla, mejor dicho, una transición del primer al segundo grupo, lo representaría Rosa María Mateo, lo cual nos dice mucho de la hipocresía de aquel grupo que hemos mencionado en primer lugar. A ella, al menos, no le importa cómo pasará a la Historia, estos es, como la roja socialista que siempre ha sido. Bueno, pues Gabilondo es como la Mateo pero intentando pasar a la Historia como el periodista moderado y ecuánime que siempre ha simulado ser.

Todos ellos han vivido, y viven, en la generación en la que, tristemente, me ha tocado vivir. De hecho, yo pertenecí en mi juventud a esta caterva, más concretamente, al primer grupo, si bien, muy temprano, les calé el percal y me hice, como dicen ellos en “Cuéntame cómo pasó”, fascista, cosa de la que nunca daré a Dios gracias bastantes.

Estas gentes, mayormente son las que ha determinado la forma de ser, de pensar y de sentir de los españoles de nuestro tiempo, hasta el punto que, hasta hace muy poco, ser, pensar o sentir de manera diferente a como ellos nos decían era señalarse, casi como un guardia civil en Zarauz o un charnego en Santa Coloma de Farners. Afortunadamente, parece que las cosas van cambiando.

***

El relato de la pandemia que padecemos nos cuenta que esta generación, a la que unos y otros pertenecemos, nos estamos muriendo a causa del coronavirus y, para honrarnos, nos alaba y nos ensalza diciendo, como dirían en “Cuéntame cómo pasó” que somos la generación que padeció las miserias del franquismo y la que levantó y engrandeció, a costa de mucho trabajo y sacrificio, a la España que hoy gozamos.

Como sucede con mucho de la plandemia, este relato es falso en gran medida.

Sin entrar aquí a tratar cómo vivía la gente en el régimen de Franco y admitiendo que en sus primeros años España era muy pobre y, efectivamente, las generaciones que vivieron en él trabajaron mucho en pro de la riqueza de la nación, hemos de constatar que de aquellas generaciones que vivieron hasta los años sesenta hoy queda muy poca gente, con lo que difícilmente puede el coronavirus estar matándola.

Quien a principio de los años sesenta tuviera unos veinte años, habría nacido hacia 1940, esto es, ya andaría por los ochenta años en el mejor de los casos. Es cierto que aún quedan personas con esa edad y es cierto que es en ellas donde más se ceba el coronavirus, pero no son tantas. Las que de verdad vivieron los años más duros y permanezcan vivas lo será por los pelos. Es en el grupo de edad entre los sesenta y ochenta años donde se produce el grueso de fallecimientos hablando en números brutos. Esto es, en aquellos que nacimos por los años sesenta.

Y somos esta gente, esta generación, la que ha vivido estupendamente gracias al desarrollismo del régimen de Franco, gracias a los disparates de dinero que nos regaló Europa para que abomináramos de aquel régimen y para que desarmáramos nuestra industria, nuestra agricultura y nuestra pesca.

Somos esta gente la que, creyendo que ese dinero que venía de Europa venía del cielo, lo ha derrochado para vivir a cuerpo de rey.

Esta gente que ha entendido la democracia como qué hay de lo mío; la que sin entender que los parlamentos están para gestionar con prudencia el dinero público y no para dilapidarlo ni utilizarlo para ganar votos, vota en función del quién da más. La que ha entendido que los gastos en sanidad y educación están justificados sea cual sea su monto. La que, tras ello, ha entendido que el gasto público en hacer justicia a las víctimas del bando rojo de la Guerra civil, a los maricas y lesbianas y todos estos dineros que se invierten en propaganda neomarxista son tan necesarios como los primeros.

La que la única España que conoce es la que se partió en comunidades autónomas que, además de dividirnos artificialmente y hacernos extranjeros en nuestra tierra, supone un gasto y una  inoperancia que nos cuestan un riñón. La que, no teniendo bastante con lo que vino de Europa y, no conformándose con dilapidar la riqueza que buenamente producimos, ha considerado lo más normal del mundo ―diría, más bien, que ni siquiera se ha parado a pensar en ello― se ha empeñado en endeudarse en lo privado y en lo público, creando una deuda cuya cuantía no recuerdo ahora ―el dato está en cualquier parte donde el lector quiera buscarlo― pero que supera con mucho a nuestro producto interior bruto.

La que viviendo en este mundo disneylandesco no parece haberse dado cuenta de las cifras de paro aterradoras, sin comparación con las de los países de nuestro entorno, con las que ha convivido durante todo este tiempo. Cifras que en el último año se han disparado ―y más que se van a disparar gracias a su pusilanimidad― y que van a afectar, sobre todo, a una juventud que se ve sin futuro y que empieza ahora a darse cuenta de que aquel mundo no era tan disneyislandesco, como les decían sus padres, de quienes lo que recibe, además del panorama, es la deuda que les han dejado y que tendrán que pagar.

Es la generación que ha vivido en el convencimiento de que tiene derecho a ser feliz, monumental error filosófico que, sin embargo, ha enseñado a sus hijos. A esos hijos que deja endeudados hasta las cachas.

Pues bien, esta generación ―sin duda la primera que ha vivido a costa de su descendencia en toda la Historia del Mundo―es la que dicen que está matando el coronavirus y cuya muerte lloran de manera plañidera los medios de comunicación y las gentes les creen  sin pararse ni a reflexionar ni a restar 2020 de 1960.

Se entiende que con esto no me estoy alegrando de que nos estemos muriendo. Me limito a describir el relato lírico que nos están contando y que da colorido a la estrategia política que, vemos, está entremezclándose con el asunto del virus, terrible, efectivamente en primavera, pero cuyas nefastas consecuencias lo son cada vez menos a poco que uno se asome a las estadísticas y a poco que uno deje de atender a los medios de comunicación.

Si, dejando aparte las cada vez más plausibles teorías conspiratorias a nivel mundial e, incluso, a nivel nacional español, ―en donde vemos que, conforme las curvas estadísticas de enfermos y fallecidos están en franco declive, la neurosis de pánico que se induce a la población es cada vez mayor―, nos centramos aquí, por paradigmático, en lo que está sucediendo en Madrid, veremos a la presidenta Ayuso, acosada por el gobierno central socialista-comunista, restringiendo cada vez más las libertades, al tiempo que a dicho gobierno, sin que nada de lo que Ayuso haga le parezca suficiente ―ya está muy, muy claro, que lo que importa no es la salud pública sino la batalla de Madrid―, acaba de decretar el práctico confinamiento de la ciudad con las nefastas consecuencias que ello conllevará para la ciudad y para la nación entera.

En tal contexto socio-sanitario estamos asistiendo a esa Batalla del Madrid que quieren conquistar los socialistas, incapaces de hacerlo por vías menos innobles, y sus monaguillos comunistas.

El Negrín de ahora es Ángel Gabilondo ―el hermano de Iñaqui―. A mí con este tío, no obstante su aparente bonhomía, me pasa lo mismo que con Manuela: me da verdadero asco. Me parecen unos cerdos. Y unos hipócritas. Y más falsos que Judas.

Sin embargo, ni tan falsos ni tan hipócritas como Iñaqui, el Vicente Rojo de la Batalla de Madrid de nuestros días; el de las tres capas de calzoncillos y el de la tensión de Zapatero que, aquí le tienen ustedes, en la batalla, echándole una mano a su hermano.

Lo que está sucediendo en Madrid, con la ayuda de Ciudadanos ―quizá el retoño más acabado y conseguido de esa generación imbécil a la que me vengo refiriendo y paradigma de la misma―, como sexta columna  no tiene perdón de Dios.

***

Vínculos:

“Lo ocurrido ayer en la Comunidad de Madrid es tan grave que merecería ya una moción de censura, sino el reconocimiento por parte del propio Gobierno de que no vale para esto”. Cadena SER.

Iñaqui Gabilondo a Zapatero: “Os conviene muchísimo que haya tensión”:

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